Esta fue la primera vez que tomé un crucero. Fue una experiencia interesante, con cosas buenas y otras no tanto.

Lo primero que evalué bastante fue cuál compañía utilizar. Ya conocía la fama de algunas compañías norteamericanas de organizar todo según sus horarios y costumbres. Lo que más me molesta de eso es el horario de la cena. Para mi es completamente imposible cenar con luz solar. Por eso me decidí por Norwegian Cruise, que ofrecía un concepto freestyle, donde, por ejemplo, el rango horario para cenar es bastante amplío y podía hacerlo de un modo más acorde a mis costumbre latina de cenar tarde. Del mismo modo respecto a la ropa, no es necesario participar en la noche de gala, cosa que mucho no me entusiasmaba. El dress code para cenar es el habitual para concurrir a cualquier restaurante citadino, lo que de por si genera un clima mas descontracturado.

Este fue el segundo destino de mi viaje por el Caribe Sur y uno de los mejores.

Islas Vírgenes es un lugar increíble, con playas hermosísimas y gran actividad náutica. Se pueden ver cientos de veleros navegando o fondeados en islas paradisíacas.

El crucero tomó amarras en el puerto (Road Harbour) en la isla de Tórtola, bajé del barco y comencé a recorrer la ciudad.

No es curioso que se conduzcan los autos del lado izquierdo, dado el vínculo británico. Lo curioso es que lo hagan con autos que tienen el volante del lado izquierdo, que es lo que se encuentra habitualmente.

La ciudad la encontré más o menos limpia y ordenada, aunque podría estar mejor.