Esta fue la primera vez que tomé un crucero. Fue una experiencia interesante, con cosas buenas y otras no tanto.

Lo primero que evalué bastante fue cuál compañía utilizar. Ya conocía la fama de algunas compañías norteamericanas de organizar todo según sus horarios y costumbres. Lo que más me molesta de eso es el horario de la cena. Para mi es completamente imposible cenar con luz solar. Por eso me decidí por Norwegian Cruise, que ofrecía un concepto freestyle, donde, por ejemplo, el rango horario para cenar es bastante amplío y podía hacerlo de un modo más acorde a mis costumbre latina de cenar tarde. Del mismo modo respecto a la ropa, no es necesario participar en la noche de gala, cosa que mucho no me entusiasmaba. El dress code para cenar es el habitual para concurrir a cualquier restaurante citadino, lo que de por si genera un clima mas descontracturado.

Santa Lucía fue el último destino de mi viaje por el Caribe Sur, antes de regresar a Miami.

Tomamos amarra en Castries y como siempre, el puerto estaba impecable y la salida del barco muy organizada.

Antes de llegar a Santa Lucía, nunca había escuchado hablar de este país, es muy pequeño, sólo 160.000 habitantes.

El idioma oficial es el inglés, aunque también se hablas francés y español. El huso horario también es UTC-4.

Santa Lucía se independizó del Reino Unido en 1979 y ahora forma parte del Commonwealth.

Me llamó mucho la atención el diseño de la bandera de Santa Lucía, es muy moderno y parece más el logo de una corporación, antes que la bandera de un país.

La forma de gobierno es la monarquía constitucional y la moneda oficial el Dólar del Caribe Oriental.