Fui a Mar de Ajó durante años, desde mi niñez hasta el fin de mi adolescencia. Pasaba todo el verano allá.
Eso tenía su lado bueno y su lado malo. Por un lado podía disfrutar de un lugar con playa, jugar al voley muchas horas todos los días, salir de noche en un lugar con cero inseguridad en aquellos años y por otro lado, durante mucho tiempo no conocí nuevos lugares. Además iba a trabajar en un emprendimiento familiar, por más que tuviese tiempo para hacer otras cosas, debía trabajar.

Por lo dicho, mi visión del lugar está afectada por aquella situación, lo que sesga mi opinión.

En este invierno de 2016 decidí ir a pasar unos días, ya que hacía muchos años que no iba por más de una o dos noches.

Me encontró un invierno muy frío y con una tormenta feroz durante los días que estuve. Mis reflexiones no serán estrictamente de este viaje, sino en general del lugar.

Fui a Mar de Ajó durante años, desde mi niñez hasta el fin de mi adolescencia. Pasaba todo el verano allá.
Eso tenía su lado bueno y su lado malo. Por un lado podía disfrutar de un lugar con playa, jugar al voley muchas horas todos los días, salir de noche en un lugar con cero inseguridad en aquellos años y por otro lado, durante mucho tiempo no conocí nuevos lugares. Además iba a trabajar en un emprendimiento familiar, por más que tuviese tiempo para hacer otras cosas, debía trabajar.

Por lo dicho, mi visión del lugar está afectada por aquella situación, lo que sesga mi opinión.

En este invierno de 2016 decidí ir a pasar unos días, ya que hacía muchos años que no iba por más de una o dos noches.

Me encontró un invierno muy frío y con una tormenta feroz durante los días que estuve. Mis reflexiones no serán estrictamente de este viaje, sino en general del lugar.

Una de las grandes satisfacciones que me da mi actividad de editor de una revista de autos es que cada tanto las automotrices instaladas en el país me prestan autos para probarlos. Y nada mejor que ponerlos a prueba devorando kilómetros en nuestras rutas. Mayor la distancia, mayor el placer.

Con Gabriela, mi compañera, tenemos un extenso listado de lugares para visitar. La mayoría en la provincia de Buenos Aires, pero otros también en algunas provincias limítrofes. Solo es cuestión de confirmar un nuevo préstamo para ver con qué auto vamos al próximo destino.

En octubre de 2018 nos inclinamos por Sierra de la Ventana. Con casi 600 kilómetros, era el más largo de todos los viajes y uno de los más anhelados de la lista. Semejante distancia ameritaba una estadía de dos noches, como mínimo.

Aprovechando los días que estuve por la costa atlántica, decidí pasar un día en Playa Querandí, la segunda playa oficial naturista (nudista) de Argentina. La primera y más importante continúa siendo Playa Escondida en Mar del Plata.

Esta playa se encuentra al sur de Mar Azul, cerca de Mar de las Pampas y Villa Gesell (en el mapa más abajo pueden ver la ubicación exacta del acceso desde la ruta 11). Se puede llegar de dos modos, por la playa o por el mencionado punto de acceso. Sin una 4×4 no recomiendo ir por la playa.

Fui a Mar de Ajó durante años, desde mi niñez hasta el fin de mi adolescencia. Pasaba todo el verano allá.
Eso tenía su lado bueno y su lado malo. Por un lado podía disfrutar de un lugar con playa, jugar al voley muchas horas todos los días, salir de noche en un lugar con cero inseguridad en aquellos años y por otro lado, durante mucho tiempo no conocí nuevos lugares. Además iba a trabajar en un emprendimiento familiar, por más que tuviese tiempo para hacer otras cosas, debía trabajar.

Por lo dicho, mi visión del lugar está afectada por aquella situación, lo que sesga mi opinión.

En este invierno de 2016 decidí ir a pasar unos días, ya que hacía muchos años que no iba por más de una o dos noches.

Me encontró un invierno muy frío y con una tormenta feroz durante los días que estuve. Mis reflexiones no serán estrictamente de este viaje, sino en general del lugar.

Cariló está ubicada a 360 km de la Ciudad de Buenos Aires (Autopista BsAs-La Plata, Ruta 2 hasta Dolores y Ruta 63 hasta Esquina de Crotto, Ruta 11, Ruta 56 y otra vez Ruta 11).

El viaje lo hice en ómnibus desde retiro hasta Pinamar y desde allí en taxi hasta Cariló.

Se trata de una ciudad inmersa en un enorme bosque, lo que le da un clima muy especial. La arquitectura es impactante, con casas que mantienen un estilo homogéneo y sobretodo de muy buen gusto.

La ciudad no tiene calles asfaltadas ni alumbrado público y esto hace que se preserven las características naturales del lugar.