Unbelizable Belice!
La idea de viajar a Belice surgió de una charla con una amiga, quien me lo recomendó ampliamente. Como me encontraba en Guatemala me pareció una buena idea seguir su consejo.
Mi viaje a Belice comenzó en la Isla de Flores, Guatemala. Una combi pasó a buscarme por el hotel donde estaba y el viaje tomó 4 largas horas.
Desde Isla de Flores hasta la frontera con Belice la ruta es muy mala, totalmente deteriorada y falta de mantenimiento.
En el minibus había algunos norteamericanos, una pareja de finlandeses, unos canadienses y su humilde servidor argentino.
Ya estaba al tanto que como argentino tenía que pagar Visa para ingresar a Belice, pero no me alcanzó el tiempo para tramitarla en Buenos Aires. Es curioso como ninguno de mis compañeros de ruta tuvo que pagar la Visa, por sus nacionalidades. Mientras yo, que provengo de un país pobre, sí tuve que hacerlo.
Desconozco porqué, pero al ser Belice parte del commonwealth es probable que tenga que ver con eso y la guerra de Malvinas (aunque esto es una especulación mía, no sé si es así).
Siempre voy a recordar la frase del norteamericano cuando le dije que tenía que pagar 100 dólares beliceños para ingresar (USD50) «They are fucking crazy!» me dijo y yo concordé plena y tristemente.
Si bien no era sorpresa que tenía que pagar la Visa, lo que no sabía es que tenía que llevar fotos, cosa que no tenía.
La combi cruzó la frontera hacia el lado Beliceño y el conductor me dijo que sólo podría esperarme por un tiempo, que luego tendría que seguir camino para que no perdiesen sus conexiones de transporte los otros pasajeros.
Fui hasta el puesto de migraciones, donde me atendieron dos señoritas beliceñas muy amables, que me explicaron que no tenían como sacarme las fotos allí y me dijeron que debía volver al lado guatemalteco para obtenerlas.
Volví caminando al lado guatemalteco y allí (como en toda ciudad de frontera) una horda de personas se acercó ofreciendo de todo.
Yo seguí inconmovible, con la idea de encontrar algún lugar cercano para obtener mis fotos. Como era domingo supe que debía ir al pueblo, pero no sabía a qué distancia estaba.
Hablé con un taxista y acordamos un precio. Resulta que un lugar para sacar fotos quedaba a sólo unas pocas cuadras. Sin dudas fue el viaje en taxi más caro de mi vida y así se lo hice saber al taxista además de destacarle el comportamiento antiético, cosa que no le preocupó demasiado por cierto.
Una vez de vuelta en migraciones de Belice, con mis hermosas fotos y los 50 dólares en mano la funcionaria me hizo pasar a una oficina, donde me hizo una serie de preguntas, entre otras mi profesión.
Yo creía que se trataba de un procedimiento de rutina, ¡pero no! Me confesó que quería saberlo porque le había apostado a su compañera que yo era sacerdote.
¿Sacerdote? Pregunté. Me dijo que creía eso, porque todos los argentinos que ellas conocían y habían llegado a ese lugar siempre empezaban a gritarles y maldecirlas cuando se enteraban que tenían que pagar 50 dólares.
Mis carcajadas se escucharon a ambos lados de la frontera. De hecho fue muy gracioso ver unos días después, al abandonar el país, a un motoquero argentino descargando improperios porque pretendían cobrarle los 50 dólares. Finalmente decidió no ingresar a Belice, quedando del lado guatemalteco.
Dependiendo del tiempo de estadía en Belice cobran una tasa para abandonar el país. En mi caso, por estar más de 1 día fue de 37 dólares que aboné al salir.
La paridad del dólar Beliceño es de 2 a 1 con respecto al dólar norteamericano (2Bz$=1USD)
Una vez finalizado mi trámite la combi me estaba esperando y seguimos viaje. Ya del otro lado de la frontera se notó la considerable mejora de las carreteras.
En el viaje me hice amigo de la pareja de finlandeses quienes iban a la misma isla que yo Caye Caulker, lugar que me había sugerido una australiana que estaba en mi hotel de Isla de Flores y pensaba ir allí para bucear.
La lengua oficial de Belice es el inglés, pero también se habla español y un dialecto llamado Creole.
La combi me dejó en la puerta del puerto de Belize City, un lugar limpio, pequeño y agradable.
Allí compré un pasaje a Caye Caulker en la «Caye Caulker Water Taxi Association», el traslado fue barato, unos USD15 ida y vuelta.
El viaje demandó unos 45 minutos y la lancha rápida era nueva y cómoda. Estaba llena de turistas y unos pocos lugareños.
Cuando llegamos a la isla con los finlandeses nos pusimos a buscar hotel «barato», yo tenía una lista que había llevado desde Buenos Aires y así caímos primero en Miramar (no nos gustó para nada) y luego en Edith’s Hotel, donde finalmente nos quedamos, aunque no es nada recomendable.
En la isla se puede ver una gran población de color y muchos norteamericanos de visita. El pueblo es muy pequeño y pintoresco. Tiene ese estilo descontracturado tan agradable del caribe.
Todas las calles son de arena y los taxis o transportes particulares son carritos de golf.
Desde mi hotel hasta la terminal del Water Taxi (5 cuadras) el costo fue de 5Bz$.
En general los hoteles que visité me parecieron muy precarios, pero también es cierto que mi búsqueda estaba orientada a gastar poco, de modo que si elevaba mi presupuesto seguramente los lugares mejoraran.
En Edith’s Hotel la diaria me costó sólo USD15 y estuve allí 2 noche hasta mi regreso.
En general las construcciones que vi eran de madera y pintadas de colores llamativos.
Adonde ir en Caye Caulker
Caye Caulker es un lugar increíble, uno de los más bellos que conocí.
Si bien las playas no son muy buenas, el agua es súper clara, templada e invita a bucear o al menos a hacer snorkel.
Hay un lugar llamado Blue Hole, que es un agujero de más de 100 metros en el mar, adonde van a bucear fanáticos de todo el mundo.
Como no tengo certificado de buzo no pude ir ahí, pero sí tomé una excelentes clases en Frenchie’s por USD100.
Alex es un excelente profesor beliceño, metódico, paciente y muy tranquilo. Sin dudas fue una gran idea tomar clases.
Luego de unas horas de entrenamiento en tierra fuimos a bucear y la experiencia es absolutamente inolvidable.
Nos alejamos de la costa hasta llegar a una zona de arrecifes (Belice tiene el segundo arrecife coralino más grandes del mundo, luego de Australia), allí el agua nos llegaba hasta el pecho.
Me hizo practicar diversas cosas estando arrodillado en el fondo, como quitarme la máscara de los ojos para luego volver a ponerla y quitarle el agua, o resolver una situación como que se salga el regulador de la boca y purgarlo para no tragar agua.
Una vez terminado el entrenamiento empezamos a bucear, siempre al ras del fondo.
Empecé a descubrir un mundo de peces increíbles, mantarrayas que pasaban debajo mío y una flora muy interesante en los arrecifes.
Varias veces me detuve a observar, quieto en el fondo y transportado fuera del mundo conocido.
Yo sólo había hecho Snorkel en Maragogi (Alagoas, Brasil) y bucear me pareció algo impresionante.
Se requiere mucha serenidad y paz. En un momento miré para arriba y al ver que el pelo de agua estaba muy lejos tuve una sensación de desesperación, pero el instructor me hizo señas para que me quedara calmo y luego de unos segundos continuamos.
Al rato salimos a la superficie, descansamos un rato comimos frutas y el instructor me preguntó si tenía ganas de dar otra vuelta. Cosa que decididamente quería hacer.
Cambiamos los tubos y volvimos a bajar. El costo de la salida quedó ampliamente compensado, con una clase personalizada y una salida inolvidable.
Ya de vuelta en la isla recorrí la calle «principal» hasta el final, donde encontré un muellecito de concreto y un bar muy simpático con mesas en el agua. Sin dudas, punto de encuentro de hermosas mujeres.
Dónde comer
Los restaurantes que encontré eran muy sencillos y con distintas variedades de comidas.
Se puede comer desde comida mexicana hasta china, pasando por la típica comida caribeña.
Si bien los precios son más altos que en Guatemala (por el tipo de cambio), me resultaron razonables.
Lo más económico que comí fue un burrito con un jugo de fruta por 10Bz$.
Hay un restaurante chino donde comí muy bien y a un precio accesible.
A la noche fui a un bar a tomar unos tragos en un bar que queda a unos 50 metros de Edith’s Hotel.
Lo peor
Es difícil encontrar algo malo (porque realmente me gustó mucho Caye Caulker y sin dudas volveré), sin embargo, creo que el punto débil son las playas.
Si bien el agua es cristalina y cálida, no tienen mucha profundidad por unos metros y hay algas.
Sólo al final de la calle principal, pude tomar un buen baño, el muelle que mencioné antes.
Lo que no podés dejar de hacer
No podés dejar de bucear estando en Caye Caulker. Es una experiencia apoteótica.
DETALLES DEL VIAJE
Ciudad Caye Caulker, Distrito de Belice, Belice
Transporte Mini bus (desde y hacia Isla de Flores, Guatemala) + Water taxi
Fecha del viaje Junio de 2009
Duración 3 días
Hospedaje Edith’s Hotel
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